Winnie The Pooh, Miel y Sangre 2

Reseña de Winnie The Pooh, Miel y Sangre 2: Para amantes del cine brutal con oscuro sentido del humor

Cuando todos creen que Christopher Robin fue el verdadero autor de la matanza en el Bosque de los 100 Acres, el joven trata de demostrar su inocencia. Pero Winnie The Pooh, esta vez acompañado por Tigger y Búho, asalta el pueblo y perpetra una nueva masacre. Al mismo tiempo, Christopher descubrirá el siniestro origen de los animales.

Quién lo diría. Nadie pensó que llegaríamos al punto en que Winnie The Pooh: Miel y Sangre iba a tener una secuela, pero aquí estamos. La gloria de la primera película sin duda tuvo que ver con la desconsagración del personaje beatificado por Disney. Y luego vino el frenesí que obtuvo la entrega en redes sociales por lo atractivo que eso parecía.

De producción humilde y guión paupérrimo, la miel y la sangre corrió en esa devastadora película original. Aunque habían esfuerzos en la fotografía y en los intentos por justificar el derroche de violencia, bañando tiernos animalitos con siniestras investiduras, el proyecto en general no terminaba de cerrar.

Afortunadamente, el director Rhys Frake-Waterfield no se rindió y ajustó los detalles necesarios para que la siguiente hazaña de Pooh y sus amigos pudiese existir.

Pero esto no es un manjar para paladares refinados. No. No es para los críticos que verán ofendidos su sentido del buen gusto. Esto es para los que gozan con ver las caras de repudio justamente de esas personas. Se trata de un Cine B que apesta a Cine Z y que básicamente ha logrado colarse en la cartelera mainstream. Es un infiltrado. Esto es sucio y desaliñado, pero sus creadores tienen clarísimo que esa es su naturaleza y la abrazan.

Es una fórmula que combina monstruos, con el horror sangriento de los slashers y algo de humor desubicado, en una historia de venganza con cero vergüenza. Los efectos prácticos se ven mejorados, no pasa así con los digitales. Hay más secuencias de masacre y, de verdad, mejor trabajadas. Los animales del bosque de 100 acres están desatados.

Curiosamente, algo en que se esmera la película es en darle sentido y background a los personajes que la componen. Un caso de secuestro con giro al estilo de La Isla del Dr. Moreau hasta hace más aceptable la existencia de los animales humanoides rabiosos en este universo. Algo más de carne se puede raspar en este hueso, a diferencia de lo que ocurría con su antecesora, donde todo parecía gratuito y disonante.

Esta secuela incluso tiene la excusa perfecta para la pésima experiencia que ofrecía la primera parte. De ahí emana algo de humor valorable al reírse de su propia existencia como franquicia.

Para los amantes del cine violento y absurdo, aquí hay una película que nunca habría llegado a la cartelera si no contase con “monstruos conocidos”. Y al parecer dejará la puerta abierta para otras profanaciones de clásicos personajes animados, como ya lo anuncia la escena post créditos con Bambi.

En tanto, para quienes buscan algo más refinado para ver en pantalla grande, huya en la dirección contraria de Winnie The Pooh: Miel y Sangre 2; aquí, en este festín, estamos los “raritos” como el mismísimo Christopher Robin que presenta esta película: amantes de la ficción con derramamiento de hemoglobina, apuñalamientos con tus propios brazos, motosierras en llamas y donde los engendros impúdicos de la mismísima maldad humana andan libres a sus anchas.

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