Monkey Man

Reseña de Monkey Man: Acción y brutalidad con principios vitales

En Monkey Man, Kid es un delincuente que acaba de salir de prisión y vive en la India, intentando adaptarse a un mundo marcado por la avaricia y carente de valores espirituales. Allí luchará por buscar venganza por la muerte de su madre y defender a las clases más desfavorecidas.

Hubo muchos intentos por describir el debut en la dirección de Dev Patel como la nueva John Wick, o al menos un trabajo que emulaba esa fórmula. Y si bien las escenas de acción tienen mucho estilo y gozan de gran dinámica, tal como lo que ocurre en la saga de Keanu Reeves; éstas no son lo primordial del nuevo metraje.

Afortunadamente, cuando todo podría ser pirotecnia y espectacularidad vacía, el actor convertido en realizador opta por preocuparse por la historia, el fondo de lo que quiere contar, sin despreocuparse de la estética y sus formas. Hay una narrativa potente fusionada con visuales inventivas, movimientos de cámaras imposibles que siguen cada combo y patada, contra un fondo de amplio rango cromático en alto contraste, que elevan el pulso.

El conjunto se mezcla con el magnetismo hipnótico de melodías folclóricas indias y sonidos modernos de artistas electrónicos, raperos y metaleros. La escena en que suena Bloodywood es simplemente para aplausos.

Lo que Patel logra es equilibrar la balanza con los distintos elementos que tiene a la mano, para ejecutar una obra atrapante de principio a fin. No es el cine por el cine. Quiere entretener, sorprender, apelar a un público más adulto, exponer problemáticas sociales de larga data, mostrar la diversidad de la existencia humana y sus luchas, junto con un doloroso pero sentido homenaje a la cultura de sus orígenes. Y si bien se hace un retrato desde una etnia en particular, las temáticas son transversales y la empatía no se ve comprometida.

Y sí, tenemos escenas de enfrentamientos brutales, con alto impacto visual y música que te hace bombear el corazón; pero también el retrato de la pobreza extrema, los abusos de poder de la élite a través de agentes del estado, el desplazamiento de los desposeídos y su masacre por intereses políticos y económicos.

Todo a través del retrato de cómo se puede experimentar el contacto con la religión. Por un lado, la herencia maternal de creencias impulsadas por el vínculo de la humanidad con la divinidad por medio del respeto y el cuidado de la naturaleza, sus habitantes y entornos; en contraste con los delirios mesiánicos contaminados con la corrupción política, la opulencia, la vejación del diferente y la imposición de la marginación, bajo la excusa de un progreso que sólo beneficia a los más ricos.

Monkey Man no es sólo una obra artística sobresaliente para ser la ópera prima de un talentoso actor que aspira a más, sino que junto con eso es una clara manifestación de principios vitales. No teme a retratar un par de temas incómodos, ni a ser violenta cuando debe serlo. No siente vergüenza de ser una película para adultos, más bien se aferra a la posibilidad de contar una historia sin mayores restricciones. Eso se valora sobre todo porque, en tiempos de franquicias genéricas, un halo de originalidad es pura frescura entre la oferta cinematográfica.

Deja un comentario