Reseña Aguas Siniestras: Más aburrimiento que susto

Con la secreta esperanza, contra todo pronóstico, de volver al béisbol profesional, Ray convence a Eve de mudarse a una nueva casa, en Aguas Siniestras (Night Swim). Y que la resplandeciente piscina del patio trasero del lugar será divertida para los chicos, y él podrá hacer terapia física en ella. Pero un oscuro secreto del pasado de la casa desatará una fuerza malévola que arrastrará a la familia a las profundidades de un terror ineludible.

Como suele suceder, el cine parte el año con una apuesta de terror. Y nada menos que de la exitosa casa productora que se ha caracterizado por desarrollar producciones en torno al género: Blumhouse. El problema es que, a diferencia del éxito que tuvieron entre manos el 2023 con M3gan, Aguas Siniestras ofrece una experiencia tediosa y predecible.

Con un ritmo cansino y en el que se retarda mucho que ocurran cosas interesantes, surge esa temible y nefasta sensación de que «esto no se va a a acabar nunca».

Los personajes no tienen un desarrollo lo suficientemente atractivo como para estar atentos a lo que les depara el futuro, a excepción del padre de familia. Los niños sólo sirven para ejemplificar el acoso espectral, mientras que la madre como que se auto inhabilita y no reacciona ante los extraños sucesos hasta que es muy tarde.

La película acumula situaciones para dejar claro que algo sobrenatural está acosando a los protagonistas, pero abusa de ello hasta el hartazgo del espectador. Dada esta sobre exposición de episodios, que poco tienen de atmosféricos y menos de terroríficos, el desarrollo de la trama se va apesadumbrando. En un momento casi no avanza.

Es así que una hora y 40 minutos de película se sienten como si fuesen tres horas frente a una propuesta que tiene poco para ofrecer. Y cuando te dan un atisbo de explicación sobre lo que esta ocurriendo, el final se hace fácil de vaticinar y es prácticamente evidente.

Night Swim se queda corta en la promesa de terror, no ofrece nada de horror. Tampoco tiene alma en sus shocks visuales. O incluso ni siquiera osa ocupar adecuadamente los jump-scares -el recurso ineludible de las películas de terror de la actualidad, como para salvar el dinero.

Aguas Siniestras debió quedarse como lo que partió siendo: una sólida propuesta en cortometraje. Si no había un material apropiado para expandir esa historia, a diferencia de lo que pasó el año pasado con esa maravilla llamada Talk To Me, es mejor no desgastarse en el esfuerzo monumental de hacer una película que ahora te hará pasar más penas que sustos.

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