Reseña: Evil Dead Rise, un festín que no es para débiles de estómago

Evil Dead Rise, quinta entrega en la saga creada por Sam Raimi, es la historia de dos hermanas separadas cuyo reencuentro se ve interrumpido por el surgimiento de demonios poseedores de carne. La manifestaciones terminarán empujándolos a una batalla por la supervivencia mientras se enfrentan a la versión de familia más aterradora que se pueda imaginar.

Un festín gore como el que no se veía hace tiempo en el terreno del cine mainstream es lo que se saca desde bajo la manga el director Lee Cronin (The Hole in the Ground, 2019). El hombre muestra un aprecio tal por lo que tiene entre manos que detonará una paradójica sonrisa de placer a los fanáticos, al mismo tiempo que provocará repulsión en sus caras.

No, esto no es para asustarse es para horrorizarse y eso está muy bien. La película sigue la línea de lo que ya propuso Fede Álvarez en 2013, cuando dio el puntapié para la reactivación de la franquicia con un giro derecho hacia el desenfreno en el derramamiento de hemoglobina por litros y sin vergüenza. Aunque ya sin el tono cómico de las propuestas originales de Sam Raimi; pero respetando su espíritu, honrándolo de hecho.

Cronin también rinde pleitesía a la inspiración, pero cambia un poco la dinámica del juego. El paraje forestal muta por el escenario urbano, y ya no son amigos o parejas las que están en peligro, sino que derechamente una familia quebrada en medio del caos. Añadiéndole un componente semi emotivo a la mezcla.

Cuando parece que estando en la ciudad se va a permanecer a salvo, con la mayoría de las necesidades y servicios a la mano, la película se las ingenia para crear una sensación de aislamiento muy real y creíble. Se puede estar rodeado de millones de personas pero igual sentirte solo.

Puesto en marcha este confinamiento, los espectros malignos quedan sueltos gracias a una serie de eventos fortuitos y absurdamente coincidentes. Sucesos que se perdonarán sólo por el espectáculo sangriento al que se asiste posteriormente.

Atrevida, es quedarse corto: no se contiene con nada, ni siquiera los más pequeños de la casa se salvan de los tormentos. Alto impacto: concreta un par de buenos atentados contra la inocencia y ni se arruga. Tal nivel de compromiso es admirable, en un panorama actual de hipersensibilidades y condenas al arte provocativo o incómodo.

De ahí en más es un descenso a las penas infernales para la familia en cuestión. Caen presas del pánico y toda moral queda reducida a añicos. Mientras van siendo mutilados, desmembrados, arrojados contra distintas superficies, apuñalados e improbablemente retorcidos.

Todo eleva la propuesta hacia un punto en que la pantalla se inunda de rojo escarlata. Sacando a relucir el espectáculo más gore de la actualidad cinematográfica descaradamente y sin asco.

Evil Dead Rise es un triunfo para los fans del género del horror. Es pura riqueza para los fans de la saga. Es despiadada y no siente un poco de vergüenza. Todo va a la picadora si es necesario. Definitivamente no es para quienes tienen el estómago sensible y pone a prueba los límites de una franquicia que, al cumplir 40 años de existencia, sigue tan viva y malvada como siempre.

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