Reseña: El Escuadrón Suicida, ¡qué nivel de bestialidad!

Con tal de salir de una prisión infernal, los supervillanos más peligrosos del mundo aceptan una misión del Gobierno. Deben viajar a una remota isla, enemiga de los Estados Unidos y repleta de soldados, para destruir un laboratorio de alta tecnología. El particular equipo es conocido como El Escuadrón Suicida.

Lo más reciente de James Gunn es justamente lo que estábamos echando de menos. Una película de cómics realmente divertida, absolutamente demente, desenfrenada, que no se contiene para encajar en el casillero de lo familiar. Y, a la vez, que ofrezca una historia llamativa, con los suficientes giros y emociones como para constatar que no todo estaba dicho en el trailer. ¡Aleluya!

¡Maldito James Gunn! El director y guionista nos pone en una encrucijada: hace que te preocupes por estos villanos. No los justifica pero les da historias sensibles que llevan a entender sus comportamientos y a ratos los hace tan ridículos que hasta parecen tiernos, a pesar de que su conteo de muertes sea horriblemente alto.

Pero al mismo tiempo te advierte ‘no te aferres mucho a estos tipos’ y la amenaza se siente mucho más real que el chip bomba que una aún más despiadada Amanda Waller les instaló en la nuca. Sobre todo cuando comienzan los brutales decesos.

¡Y qué nivel de bestialidad! Violencia y humor se abrazan para una balada sangrienta y graciosa, adornada con flores, dientes, baba, ratas y alienígenas. No apta para los estómagos más sensibles. Un cuadro plástico como festín de explosiones, vísceras, caos y metidas de pata, digno de los protagonistas que tenemos en frente. Que por cierto brillan cada uno con sus propios colores y momentos.

El Escuadrón Suicida esta vez sí funciona. Es escandalosa; su brújula moral se ajusta en pocas ocasiones, lo que es positivo; y se siente con la suficiente libertad que no se permiten otras entregas emanadas desde las viñetas. Simplemente gloriosa.

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